
Si bien esto puede verse como un triunfo, la lucha continúa, los pregoneros del aborto seguirán insistiendo en el logro de su objetivo. Por lo tanto los católicos deben seguir reuniéndose, organizándose, informándose de los pasos aseguir, y lograr las estrategias más efectivas para que la cultura de la muerte no se instale. Posiblemente ahora quieran insistir con la eutanasia, con el matrimonio gay, u otras cosas. Pero los laicos deben asumir la responsabilidad social que implica el pertenecer al cuerpo vivo de la Iglesia, fieles a las enseñanzas que Cristo dejó.
Lo que este jueves terminó en un aplauso consolador, debe convertirse en energías para no dormirse, para que el fuego no se apague. Dios hace lo suyo, pero pide que los hombres hagan lo que les compete. Se ha hecho el trabajo, y el Espíritu obró sobre los corazones de los legisladores. Demos gracias a Dios.
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